Bea y Andrés, transformando el Mercadillo de Sanse con sonrisas e inclusión

Bea y Andrés se han incorporado a la plantilla de vendedores en el puesto de APADIS en el Mercadillo de la Marina, en Sanse. Juntos están aprendiendo a ser autónomos y a sentirse útiles y orgullosos de su trabajo.

Bea Campana y Andrés Berrueco son los protagonistas de esta historia. Una historia de amistad que surge de un proyecto de transformación cuyo objetivo primordial es potenciar las capacidades de las personas y dirigirlas hacia una vida plena.

Si empezamos por el principio, tenemos que hablar del proyecto de transformación de centros diurnos que surge de Mi Casa, una vida en comunidad. Ese proyecto promovido por Plena Inclusión y que cuenta con el apoyo y financiación del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 y de los Fondos Next Generation de la Unión Europea.

En el transcurso de los frecuentes encuentros entre los familiares y profesionales que mejor conocen a nuestros protagonistas, surgen oportunidades de nuevas actividades, nuevas conquistas de transformación. El centro del proyecto son las propias personas, y por este motivo, Andrés y Bea no podían faltar en estas reuniones para expresar su opinión y deseos.

De ahí, de esas conversaciones y propuestas, surge el equipo que cada miércoles os encontráis en el Mercadillo de la Marina, en San Sebastián de los Reyes (Madrid). APADIS había vuelto a poner en marcha el puesto del Mercadillo que la Fundación APAI, con quien ya se trabaja de forma coordinada, venía regentando antes de la pandemia, y desde el proyecto de transformación de centros diurnos se trabajó la idea de que Bea y Andrés se sumaran al Mercadillo, formando un equipo compenetrado de vendedores de deliciosas galletas y otros productos del obrador APAI.

Son un gran apoyo el uno para el otro

Andrés se encarga de la caja: cuenta y ordena las monedas y billetes. Es la persona que da los buenos días con más energía de todo el mercadillo.

Bea, por su parte, coloca el puesto y también lo recoge cuando nos marchamos. Cuando algún vecino viene a por galletas, ella guarda con cuidado el pedido en la bolsa y lo entrega.

Los dos derrochan energía y así la transmiten a todo el que pasa, de hecho, ya tenemos clientes habituales que disfrutan de su compañía y no sólo del dulce.

También brindan su ayuda si alguna persona mayor necesita sombra y una silla como José y su hija Sandra.

Nuevos amigos

Nos hemos hecho amigos de Javi, Paco y Nelson; nuestros vecinos de los encurtidos. Siempre nos traen aceitunas, pero puede que nosotros tengamos algo que ver porque también les dejamos alguna galletita para el café. Es agradable llegar a un sitio en el que te sientes como en casa.

Autonomía personal y orgullo

A veces, Andrés necesita ir a estirar sus piernas y Bea le acompaña. Ella aprovecha para reconocer el terreno y adaptarse a él. Está aprendiendo el camino al baño, pues poca cosas la motivan tanto como poder hacer las cosas por sí misma. Como a Andrés, que rompe en carcajadas de alegría cada vez que piensa en todo lo que hace y lo orgullosa que se siente su familia.

Y al terminar, la recompensa

Por supuesto, pensamos que todo esfuerzo merece una recompensa. Y ¿qué mejor que comer bien después de una jornada de trabajo?

Al terminar la tarea en el Mercadillo de la Marina, vamos al Zoco. Para los que no lo conocéis, se trata de una zona de restaurantes cerca del mercadillo en la que nos tratan fenomenal.

Probamos platos nuevos y cuando se acerca la hora de volver a APADIS, seguimos pensando en el próximo miércoles.